«Hoy nos encontramos en un auténtico combate trascendental» detallaba el comentarista en un show para pay per view desde la Sala Estrella. El auditorio estaba repleto de personas y los miembros de cada club estaban en sus respectivas mesas aguardando por la aparición de sus directores. «Hoy nos vamos a enterar si el Club Zafiro pone fin a la temporada o sabremos si el club rojo consigue empatar el juego y extender una semana más el período. Tenemos una auténtica Guerra de titanes: Adalberto, director del Club Rubí se enfrenta y quiere destronar la victoria a Cristóbal, el señor que mantiene el honor de su Club Zafiro en estado invicto. Estamos en un show especial transmitido en el segundo combate, el ganador obsequiará a sus luchadores 4 puntos que se irán a la tabla de posiciones en la parte inferior de nuestra página web…… yyyyyyyyy señoras y señores, la guerra de titanes ha comenzado, haciendo su entrada triunfal tenemos al gran Adalberto Rivera con sed de poder para su club rojo, él logro inyectar una racha de buena suerte para su club durante un año en el 2016».
Adalberto hizo su gran entrada a la arena bajo luces y efectos pirotecnicos, las grandes pantallas enfocaban el color rojo. Tenía los brazos alzados mientras sonreia al público. Su cuerpo era moreno y fuerte brillaba, estaba usando un ajustado calzón que guardaba su grueso pene a un lado y dejaba los testículos llenos de semen a merced de golpes a la entrepierna. Adalberto subió con entusiasmo al ring y encendió el micrófono:
—Esta noche me siento muy tranquilo —comenzó diciendo—, satisfecho de todo el trabajo que ha hecho el Club Rubí en este último año. Muchachos —se dirigió a su equipo—, quiero decirles que me siento muy orgulloso de ustedes, que hoy, siendo el resultado que sea seguiremos juntos y sacando este club adelante. En las últimas semanas los nervios y el estrés han estado jugando en nuestra contra pero la verdad han sido el mejor equipo que me ha tocado. Seguiremos siendo Rubí y vamos a continuar venciendo a estos y a los que vengan, aplausos para ustedes muchachos.
Hubo una fuerte ovación en el público y los miembros del club se levantaron de sus asientos para aplaudir con entusiasmo a Adalberto.
Pero todo rastro de emoción se desvaneció cual el lugar quedó en completa oscuridad. Pronto se iluminó con varios contrastes de luces azules y Cristóbal hizo su aparición en el escenario entre gritos, aplausos eufóricos y mucho efecto de humo. Usaba un apretado bóxer y su lampiño pecho estaba desnudo al aire mientras caminaba a paso altivo con una chaqueta abierta que se quitó antes de subir al ring y lanzar al público. Encendió su micrófono.
—Debo confesar, Adalberto, que por muy poco me haces llorar —se limpió los ojos con falso dramatismo—. Esas palabras de protagonista de telenovela casi me saca un lagrimón. Muy tiernas y dirigidas para las rubíes… lo triste es que es verdad, hoy ustedes se despiden de la categoría 5 y se irán con la cola entre las patas a la categoría 1, como los idiotas que son. Hoy, escúchenme bien —caminó por la lona sonriendo con orgullo al público—, hoy me siento orgulloso que los tres primeros lugares de la pizarra de posiciones esté teñida de azul y lo que es mejor, hoy cerrará con 5 lugares marcadas de mi color de club porque hoy……… ¡LOS ELIMINAMOS!
Resaltaron gritos, aplausos y mezclas de ánimos en el ambiente. Los micrófonos fueron retirados y el referi subió al cuadrilátero donde los luchadores ocuparon sus posiciones entregándose miradas de odio.
Cristóbal saltó sobre Adalberto y le aplicó una llave, el hombre logró liberarse tras darle un codazo en la nariz al rubio director que retrocedió sobándola con una mano pero manteniéndose alerta.
Adalberto cogió ventaja y acertó un puñetazo en el abdomen. Cristóbal saltó en el aire y se agachó tosiendo intentando regularizar el aire en su cuerpo. Adalberto lo tomó de los largos y rubios cabellos y con saña lo empujó hacia atrás. Cristóbal se fue de bruces y pegó la cabeza en la lona, enseguida retorció su cuerpo quejándose por el asalto.
Adalberto lo hizo levantar harto de verlo rezongar, seguido azotó su pecho con tres palmadas. Sus manos quedaron marcadas en los blancos pectorales de Cristóbal que pudo reaccionar a tiempo y estampar un puñetazo que lo hizo retroceder. Después con una patada lateral tumbó al moreno contra el suelo dejándolo aturdido y con las piernas abiertas.
Cristóbal tanteó con sus ojos verdes el dibujo de las bolas en el perineo del hombre.
Cuando estavo cerca del director del club Rubí este reaccionó a tiempo cerrando las piernas y evitando la letal patada a sus huevos de parte de Cristóbal. Agarró la bota y lo hizo caer pesadamente sobre la lona de espaldas. Adalberto pudo levantarse y lo miraba desde arriba.
Cristóbal viéndose en sumo peligro rodó por la lona para después incorporarse. Adalberto lo siguió y lo empujó contra las cuerdas, corrió hacia él dispuesto a darle un codazo en la nuca y cuando estaba cerca cambió de opinión, teniendolo de espalda a él y con las piernas abiertas Adalberto prefirió clavar una soberana patada directo a los testículos del rubio director. Cristóbal se levantó en el aire y su cara demostró el mas infinito y miserable de los dolores. Con los pies en el suelo, sus rodillas se unieron y se dobló agarrándose las bolas con las dos manos. Se desplomó pesadamente en la lona.
—Jajaja —rió Adalberto.
Desde la mesa del Club Zafiro proclamaron los peores insultos contra el director del club rojo.
Cristóbal estaba tendido en el suelo sujetándose las bolas, tenia las rodillas hacia arriba y los pies contra el suelo, sus piernas seguían separadas por lo que, Adalberto sonrió con malicia. Se acerco a Cristóbal y se arrodilló ante él, logrando apartarle las manos de su entrepierna para apoderarse de sus bolas.
—¡AH, AH, AH! —gritaba Cristóbal. Adalberto estaba usando sus testículos como si fueran pelotas de gomas, apretándolas, soltándolas, apretándolas y volviéndolas a soltar—. Declaro que hoy gana el Club Rubí.
Cristóbal estaba gruñendo le dolía como nunca antes había pasado con su cuerpo, el dolor pasaba de sus bolas al estomago, y de ahí explotaba en su cabeza.
Adalberto ya se sentía el triunfador, jaló el par de gónadas con todas sus fuerzas. Cristóbal salto del impulso y sus testículos fueron liberados, se acurruco en el suelo en posición fetal temblando.
Adalberto se olvidó por un momento de la miserable existencia de Cristóbal y corrió al esquinero subiendo en el para agitar las manos en triunfo saludando al público que lo ovacionaba. Cristóbal observaba con odio al hombre. Reunió fuerzas a pesar del dolor que se irradiaba desde sus pelotas y se paró del suelo. Sostuvo con una mano sus adoloridas bolas, le dolían demasiado, ambas... y corrió en dirección a Adalberto que se balanceaba sobre las cuerdas con las piernas abiertas.
—¡CUIDADO ADALBERTO! —gritó en alerta Nick.
Pero todo fue muy tarde.
La cara de alegría en Adalberto de un segundo al otro cambió a una máscara horrible de dolor cuando Cristóbal le apretó los testículos en su mano, antes que resbalara por las cuerdas Cristobal lo sujetó con una mano por la cadera mientras con la otra seguía apretando y logró que cayera desde una gran altura de espalda a la lona.
Adalberto se retorcía en el piso con un doble dolor: tanto de espalda como de bolas. Mientras Cristóbal lo observaba acariciando las propias.
Cristóbal se acerco al adolorido Adalberto, lo obligó a pararse y este obedeció desorientado. Cristóbal se vengó al clavar entre sus piernas un rotundo rodillazo.
Adalberto cayó al suelo lamentándose por sus bolas adoloridas, en posición fetal quedó inerte sin ya importarle ganar la guerra de titanes. Cristóbal echó el pie hacia atrás y pateó las costillas de Adalberto.
Cristóbal disfrutó por las quejas de su enemigo, lo agarró por ambos brazos y lo levantó en el aire, seguidamente le dio par de golpes en el abdomen y otro final en la cara.
Adalberto cayó al piso exhausto y mareado.
Cristóbal sujetó a Adalberto de los tobillos y los alzó en el aire, dentro de su inconsciendia el director del Club Rubí susurró que no lo hiciera pero Cristóbal levantó la pierna y aplastó con su bota las naranjas colgantes de Adalberto.
CRACK
Adalberto una vez más se revolcó en la lona preso de dolor.
Cristóbal seguidamente lo pateó cinco veces en la espalda. Ya viendo que estaba completamente derrotado aplicó una llave y espero el conteo final del referí.
El sonido de la campana decreto el cierre final de la temporada Rubí vs Zafiro. Las palabras del comentarista lo confirmaban y Cristóbal bajaba del ring para correr hasta los miembros de su club para abrazarlos y recibir sus felicitaciones. Aquel grupo había empezado a disfrutar el resultado abriendo un espumante champagne.
Los integrantes del Club Rubí subían al ring para atender a Adalberto que estaba inmóvil con lágrimas en los ojos, no se sabía si era por el infinito dolor que sentía o por la gran humillación sufrida esa temporada.
Ya no había nada qué hacer, las reglas de la empresa dictaban que con la eliminación de un club en la segunda semana el tercer encuentro quedaba suspendido.
—¡Fuera las rubíes! —repetían a coro los miembros del Club Zafiro mientras brincaban.
Las luces de la arena se tiñeron de azul mientras la pantalla mostraba la imagen de miles de rubíes ser rotos y siendo desplazados por muchas piedras zafiros.
La temporada había terminado con la eliminación del Club Rubí y el ascenso de un nuevo grupo.
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